viernes, 6 de marzo de 2009

Vida Intrauterina el Primer Mundo de todo Niño

La vida intrauterina del bebé influye en el desarrollo de su personalidad y de su carácter, el útero es su primer mundo y por lo tanto muy importante. Desde el útero el niño percibe, a través de sEl útero es el primer mundo del niño. La manera en que lo experimenta, como amistoso u hostil crea predisposiciones de la personalidad y el carácter".

Las emociones, los sentimientos, los pensamientos y las creencias de la madre hacia su embarazo, hacia ella misma y respecto a la vida, pueden influir decisivamente en la "manera de ser" del niño, entendiendo por "manera de ser" todo un conjunto de tendencias y actitudes hacia la vida, el mundo, los otros y hacia sí mismo.
Así pues, el útero materno debería ser ese lugar paradisíaco donde el niño encontrara todos los ingredientes necesarios para su desarrollo. Normalmente, damos por supuesto que esto ya es así, pero nos equivocamos. El niño intrauterino no sólo tiene necesidades físicas, también tienen necesidades afectivas como todos los seres vivos, y a menudo estas últimas no le son reconocidas.

Realmente el niño intrauterino puede sentirse muy sólo y aislado si no pensamos en él como lo que es, una vida que late entre nosotros deseando que sintamos su presencia y le dejemos ocupar el lugar que le corresponde. Cuando pensamos y hablamos con él / ella, además de sentirse acompañado/a, se sentirá integrado/a en un "núcleo familiar", al cual necesita pertenecer primordialmente para poder construir sus raíces como persona.

La cavidad uterina ofrece al bebé la contención necesaria para su crecimiento, pero la "calidad" de esta contención vendrá dada por la "calidad" de los pensamientos y sentimientos que le enviemos conscientemente. Ésta es una sutil diferencia que permitirá al niño sentir que está en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Es ofrecerle la experiencia de "saber" que dispone de un cuerpo con una energía que no le rechaza, que le acepta incondicionalmente, que le permite "estar" y le "da permiso" para existir. Estos elementos nutrirán directamente su "yo primitivo" núcleo de la auto seguridad, autoconfianza y autoestima que tanto necesitará para su vida externa.

El mejor acto de reconocimiento que se le puede ofrecer al niño intrauterino es pensar en él como lo que es, un ser vivo con todo un potencial para desarrollar al margen de nuestras expectativas, con todas las capacidades para ser una persona independiente y autónoma que no ha de "hacerse cargo" de nuestras necesidades afectivas (al contrario, nosotros debemos atender las suyas para contribuir de esta manera a su desarrollo).

Mediante este acto, los padres facilitaran el camino evolutivo de su hijo cuando éste salga a la vida externa, pues le reconocen el derecho a ser él mismo y, por tanto, a ser libre. Es aceptar que los hijos vienen a través de nosotros pero no nos pertenecen, y nosotros hacemos únicamente de vehículo facilitador del desarrollo de todas sus capacidades.



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